De repente se levanta un capitulo en la Biblia; en el primer Libro de Samuel, capitulo uno y dos, encontramos lo que una madre pone por obra y acción amorosa para con su hijo.
Y hablaré de Ana, madre de Samuel (Samuel en hebreo quiere decir Su Nombre es Dios); Ana no tenia la capacidad de concebir; en el antiguo Israel la esterilidad era considerada un castigo de Dios y un motivo de deshonra. Dice la palabra “Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así, por lo cual Ana lloraba y no comía”. Con éste versículo sabemos que Ana sentía vivamente algo.
Más adelante la misma palabra nos dice “Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Vemos aquí, que después de los sacrificios de la reconciliación, en los que una parte de la victima (el animal sacrificado) se quemaba en el altar y la otra se compartía en el banquete ritual, nuestra Ana afligida o algo disgustada sollozaba. Ella oraba por su hijo, encarecía las adversidades especialmente cuando doblaba sus rodillas y con su lengua le pedía al Señor un hijo. Pero sabes algo, Jehová le dio lo que pidió.
Y hablaré de Ana, madre de Samuel (Samuel en hebreo quiere decir Su Nombre es Dios); Ana no tenia la capacidad de concebir; en el antiguo Israel la esterilidad era considerada un castigo de Dios y un motivo de deshonra. Dice la palabra “Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así, por lo cual Ana lloraba y no comía”. Con éste versículo sabemos que Ana sentía vivamente algo.
Más adelante la misma palabra nos dice “Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente”. Vemos aquí, que después de los sacrificios de la reconciliación, en los que una parte de la victima (el animal sacrificado) se quemaba en el altar y la otra se compartía en el banquete ritual, nuestra Ana afligida o algo disgustada sollozaba. Ella oraba por su hijo, encarecía las adversidades especialmente cuando doblaba sus rodillas y con su lengua le pedía al Señor un hijo. Pero sabes algo, Jehová le dio lo que pidió.
Quiero decirles a los hijos, que una madre derrama lágrimas por ti, así hayas tenido contienda con ella o no. Una madre le pide a Nuestro Señor Jesucristo que te cuide en todo lugar, que guarde tu senda de todo mal. Se levanta de madrugada a orar, a llorar, a enaltecer el Nombre de Jesús, a humillarse ante el Padre, a tener intimidad con el Espíritu Santo. Como hijo, con lágrimas en mis ojos te lo digo. Una mamá es como Ana, quien desea lo mejor para su hijo, quien anhela que trabajes para Dios, que le sirvas de instrumento para la misión excepcional que Jesús tiene para ti.
Mi querida madre me lo dice, en su silencio lo siento,.. que Jehová da la muerte y la vida, que Dios es quien te empobrece y te enriquece, que te abate y te enaltece, te levanta del polvo, te alza de basurero, para hacerte sentar como príncipe y heredar un sitio de honor que hay para ti.
Te tengo buenas nuevas, si eres hijo(a) recuérdalo: Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios y sobre ellos tronará desde los cielos. Jehová juzgará los confines de la tierra, dará poder a su Rey y exaltará el poderío de su Ungido.
Que Dios te Bendiga, En el Nombre de Jesus.
Que Dios te Bendiga, En el Nombre de Jesus.