Pablo, inspirado por el Espíritu a escribir a la iglesia en Corintio dijo: “No quiero hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Cor 12:1).
Precioso don de revelación es el don de discernimiento de espíritus. La mayoría de cristianos no conocen mucho de él, sobre todo para estos últimos tiempos; otros afirman tenerlo, “obstinados” con la idea de reconocer la mal intencionada distorsión de las escrituras maltratando con palabras a sus hermanos.
Lo cierto de todo es, que el mismo Espíritu Santo es quien decide derramar el don de discernimiento de espíritus en la persona que Él quiera. Esa persona debe estar libre de toda carne, aprobada para Dios, tener la Paz de Cristo en su corazón, ser obediente, conocer de las escrituras, y sobre todo, PRIMAR el amor de Jesús en su corazón.
Muchos teólogos han dado mensajes certeros sobre este bellísimo don espiritual; la mayoría concuerda que este don consiste en señalar y distinguir lo que proviene de un espíritu malo y un espíritu bueno. Da un conocimiento claro dentro del mundo espiritual.
Siempre he manifestado que para hablar de un don espiritual, además del conocimiento claro de la Palabra de Dios, hay que estar presentes en la atmósfera donde ha operado, hay que conocer quienes lo han perfeccionado, y saber si tu y yo lo tenemos y aún no lo hemos activado.
Distinguir lo que proviene de Dios, lo que proviene de Satanás y lo que es humano sin que estemos llenos del Espíritu, no es sano. Una de las funciones de este don es revelar la presencia de espíritus del mal en la vida de las personas o en las iglesias. También funciona para evaluar el recurso de un mensaje profético, de una enseñanza o alguna manifestación sobrenatural.
La iglesia de hoy pasa por un mal momento. Vivimos en la carne. Vivimos de juzgar o criticar a nuestros hermanos, sin fundamentos y argumentos valederos. La palabra “discernir”, además de ser usada muchas veces en el libro 1 de Corintio, se vuelve el “plato especial” de aquellos que dicen tener el discernimiento de espíritus y que adjetivan con dardos a pastores, profetas y demás servidores de Cristo señalándoles sus faltas o el carácter, con sentido ofensivo y de mal gusto, con un maltrato que no corresponde a lo que enseña Nuestro Señor Jesucristo.
Concuerdo con muchos hermanos que juzgan pero con la verdad, porque están llenos del Espíritu de Verdad que es el Espíritu Santo. No basta con tener el conocimiento de la Palabra SIN TENER REVELACIÓN. Hay muchos en la iglesia, sabios en la palabra pero aún no tienen revelación; es importante la revelación porque con ella IDENTIFICAS PLENAMENTE a esos emisarios del enemigo, emisarios llenos de mentiras y engaños, que amenazan a la iglesia de Cristo con fábulas y falsas doctrinas.
Con el don de discernimiento de espíritus, además de identificar los espíritus buenos, también te puede revelar si la naturaleza del espíritu es demoníaca, puedes revelar el número de demonios, la fuerza o el poder que tiene el enemigo.
En Hebreos 5:14 encontramos la forma verbal de la palabra discernir que proviene del griego “ diakriseis”; es un versículo muy bello y nos enseña el don que estamos viendo: “ Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado la madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”. Los antiguos israelitas, cuando destetaban a sus hijos, los alimentaban con mantequilla y miel, y con ello simbolizaban la capacidad del niño para poder discernir, juzgar entre lo que es malo y bueno. (Isaías 7:15).
Un ejemplo claro de discernimiento de espíritus lo vemos en Pablo, Hechos 16:16-18.
Aquí Pablo TRATÓ con el espíritu, no a la persona. IDENTIFICÓ la naturaleza del espíritu que había en ella. El espíritu malo que había en la adivina salió de ella. Le ordenó con poder y autoridad al espíritu malo en el Nombre de Jesucristo que saliera de ella. No siempre quienes poseen el don de discernimiento de espíritus tienen ese poder para echar fuera demonios, pero esa es una de las MISIONES que Jesucristo nos encomendó por lo tanto debemos desarrollarla.
Debemos entender la forma como Dios nos habla, para poder recibir los dones espirituales y así EDIFICAR la iglesia de Cristo no solo donde te congregas sino en todo el mundo.