El huerto es una porción de tierra, generalmente pequeña, dedicada al cultivo de frutos. El diccionario lo define como un Terreno de corta extensión, generalmente cercado de pared, en que se plantan verduras, legumbres y a veces árboles frutales.
En el antiguo Egipto las costumbres agrícolas incluían el uso de las aguas del rio Nilo, para irrigar grandes extensiones de tierra. El pueblo de Israel presenció la vida dedicada al cultivo de los egipcios, hasta que Dios le advirtió la Tierra Prometida: La tierra a la que vas a entrar para tomarla no es como la tierra de Egipto, de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. La tierra a la que vais a entrar para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; una tierra de la que cuida Jehová, tu Dios. Siempre están sobre ella los ojos de Jehová, tu Dios, desde el principio del año hasta el fin. Dt 11:10.
Pero el pueblo de Israel hacía sus huertos en cercanías de fuentes de agua; en esos huertos a veces se construían zanjas que llevaban el agua a través de canales, o se transportaban a mano en pequeñas vasijas de tierra para riego del mismo. En otras ocasiones a veces los huertos se cercaban. Los palacios reales y las casas de personas acomodadas tenían sus huertos. 1 Reyes 21:2.
De por sí, Adán y Eva no fueron enviados a un Palacio de Oro lleno de ostentosidades; ellos habitaron en un huerto.
Si leemos en la Biblia, el huerto es un lugar establecido por el pueblo de Israel, por nobles y reyes, para resolver diferentes actos, vivir situaciones etc.
A veces se utilizaban los huertos como lugar de enterramiento, como fue el caso de Manases. 2Reyes 21:18.
Acordémonos que José de Arimatea había construido una tumba en un huerto donde fue luego enterrado el Señor Jesús. Juan 19:41.
Nuestro Señor Jesucristo acostumbraba reunirse, descansar y orar en el huerto de Getsemaní. Juan 18:1.
En el libro de Cantares la figura del huerto habla de lugar de fructificación, abundancia, comodidad y felicidad. Cantares 4. 12,15,16.
También los huertos eran lugares de recreo Ester. 1.5; 7.7–8. En los huertos de los nobles y de la realeza había especias y plantas elegidas (Cnt. 5.1; 6.2, 11 (nogales); 4.12–16 en general; Ec. 2.5). Estos huertos, al igual que algunos otros, estaban protegidos por muros (Cnt. 4.12), y tenían que ser regados, p. ej. mediante un manantial o estanque.
Aunque también el uso de los huertos se hacía para ritos paganos, quizás relacionados con los cultos de la fertilidad en Canaán (Is. 1.29; 65.3; 66.17).
Pero hay algo bello en la Palabra. El hombre que agrada a Dios será como huerto de riego (Isaías 58:11), también lo encuentras en Jeremías 31;12.
Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Génesis 2:8. Edén es una palabra hebrea que significa delicia ( Is 51.3; Ez 31.8–9). Algunos la relacionan con un término asirio que significa llanura o estepa.
Pero nótese que esta idea está reflejada en Isaías y Jeremías como dije anteriormente.
Veamos qué relación tiene el huerto en la vida. Nuestra vida es un huerto en el cual tienes que sembrar la vid, la Vid verdadera, y enseñarla a difundir en otros huertos; tienes que sembrar frutos, y regarlos con la lluvia de nos da el Señor. Cuando no encuentres lluvia, muchas veces encuentras una fuente de agua, lleva agua de esa fuente, esfuérzate y baña tu huerto.
Y el que da semilla al que siembra y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que seáis ricos en todo para toda generosidad, la cual produce, por medio de nosotros, acción de gracias a Dios, porque la entrega de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios. 2 Corintios 9:10.
Trata de abrir zanjas, caminos por donde el agua se esparza y riegue lo que has sembrado. Revisa tus frutos, El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero 2 Timoteo 2:6.
Cuando bebas el agua (leas la Palabra de Dios), riega tu huerto (ponla en tu vida). Estarás en bendición, porque tendrás frutos.
Hay un escrito de Matthew Henry que me resulta interesante: La iglesia está representada como una vid y una viña. La raíz de esa vid es Cristo, las ramas son los creyentes. La iglesia es como una vid que necesita apoyo, pero que se extiende y da fruto. Si una vid no da fruto, ninguna otra planta vale tan poco. ¿Y nosotros no somos plantados como en un huerto bien cultivado con todos los medios para dar fruto en obras de justicia? Pero las inútiles hojas de la profesión y los manojos vacíos de las nociones y formas abundan mucho más que la piedad real. —Fue desolada y destruida. Hubo una buena razón para este cambio en el trato de Dios con ellos. Con nosotros está bien o mal, conforme nos sometamos a las sonrisas o al ceño fruncido de Dios. Cuando consideramos el estado de la parte más pura de la iglesia visible, no podemos maravillarnos de que sea visitada con correctivos punzantes. Ellos piden que Dios ayude a la vid. Señor, fue formada por ti mismo y para ti mismo, por tanto que, con humilde confianza, sea encomendada a ti mismo”.
Tu modo de vivir es un huerto, que debes cuidar, abonar, y sacar al máximo el rendimiento del terreno. A veces es necesario cercarlo, porque de forma accidental hay animales que lo estropean. Acuerdate usar la mejor agua, la que proviene del Dios de Israel. En el Nombre de Jesús.
Dios te continúe bendiciendo.