La palabra sobrenatural quiere decir todo aquello que “no sigue las reglas conocidas de la naturaleza o que supera sus límites”. En otro concepto conocido significa lo que no ha sido creado y, en cuanto increado, tiene repercusiones en la naturaleza en cuanto creada, pues, para que pueda rastrearse, es posible preguntar desde lo creado por algo sobrenatural.
Para entender mejor veamos que, dicha palabra tiene sinónimos como “inmaterial, mágico, milagroso, metafísico, divino”.
Pero no voy a entrar en discusiones teológicas ni en problemas de formación de los conceptos válidos por esta palabra.
Voy a exponer lo sobrenatural en la naturaleza divina. Ese toque extraordinario, sobrecogedor que has recibido de Dios y que NUNCA vas a olvidar; ese asombroso día que recibiste algo sorprendente, que en ocasiones no puedes expresar con palabras, porque DAS TESTIMONIO, y que no puedes borrar de la memoria y te resulta difícil desconocer.
Todos tenemos testimonio de aquel día en que la Plenitud del Espíritu Santo llegó a nosotros. En Él hay poder, el mismo Poder que produjo el milagro de resucitar a Jesucristo de los muertos; el poder de abrir el mar...
Si eres sincero contigo mismo, sabrás entender y manifestar lo que Dios ha hecho en tu vida.
El toque sobrenatural de Dios en tu vida debió haber sido, o debe ser inquietante turbador e impresionante. En la Biblia hay un sinnúmero de ejemplos. Veamos varios.
"Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, cambió el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego y ordenó que el horno se calentara siete veces más de lo acostumbrado. Y ordenó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que ataran a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiente. Así pues, estos hombres fueron atados con sus mantos, sus calzados, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiente. Y como la orden del rey era apremiante, y habían calentado mucho el horno, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Estos tres hombres, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiente.
Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo:
—¿No echaron a tres hombres atados dentro del fuego?
Ellos respondieron al rey:
—Es verdad, oh rey.
Y él dijo:
—Sin embargo, yo veo cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a un hijo de los dioses.
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiente, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid.
Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Daniel 3:19-27
Te darás cuenta que Nabucodonosor, Sadrac, Mesac y Abed-nego nunca se les olvidará ese día en que estuvieron en medio del horno de fuego. Transformaría tu vida, una situación así?. Fue algo sobrenatural.
Veamos otro ejemplo:
“Pero sucedió que, mientras iba de camino, estando ya muy cerca de Damasco, le rodeó de pronto una deslumbradora luz celestial. Cayó a tierra, y oyó una voz que le decía: ¡Saulo, Saulo!, ¿por qué me persigues? Él preguntó: ¿Quién eres, Señor? La voz le contestó: Yo soy Jesús, a quien tú persigues”.(Hechos 9:3-5)
Ese encuentro tuvo que ser sorprendente, asombroso para Pablo. La luz celestial y la voz del Todopoderoso en plena acción. ¿alguna luminosidad, alguna señal has tenido en tu vida?.
Bien; siempre habrá algo en lo profundo de tu corazón que recuerdes lo que Dios ha hecho por ti. Lo que el Señor Jesucristo ha obrado en ti. El día en que no sabías que decir, no tenías explicación de lo que pasaba, no había esclarecimiento de la paz que gobernaba tu vida, el día que soltaste lagrimas de culpa, de gozo, de satisfacción, de amor…..el día en que entregaste tu vida a servicio de Cristo, ese día maravilloso, inesperado, el momento en que sentiste o el fuego, o la luz, o la voz, la PRESENCIA del Espíritu Santo en tu vida.
Permíteme recordarte, que tienes un testimonio de tu vida, de aquel encuentro con el Señor. No lo olvides.
En el Nombre de Jesús.
Dios te continúe bendiciendo.