Esta vez el Señor puso imágenes en mi mente. No sabría describir como fueron. Se asemejan a las ventanas virtuales no sé. Algo así parecido. Pero así fue el conocimiento detallado de las imágenes que tuve:
Vi 4 utensilios en una mesa pequeña. Al lado de ésta había una mesa larga, muy pero muy larga. Encima de la mesa pequeña había un abrelatas de oro, un cuchillo de plata, una cuchara de madera y una vasija de barro. Encima de la mesa grande había comida, muchos alimentos frescos, frutas, comida preparada, un verdadero buffet.
El Señor me dijo: -ve y come siervo mío-. Al principio me encontraba conmovido, algo sorprendido. Fui y tomé la cuchara de madera y la lleve para la mesa donde estaba la comida. Todo esto ocurría mientras leía 2 Timoteo 2:20 “En una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; unos son para usos honrosos, y otros para usos comunes. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor y dispuesto para toda buena obra”.
Dios y comía y comía, vi que no necesitaba de un cuchillo porque la comida fresca estaba cortada, estaba imposible para seccionarla, era fácil de comer con la cuchara. Tomé la vasija de barro y puse sopa y jugos en ella. Y pregunte en mi mente, o no sé, pregunté dentro de mí al Señor: Señor, que quiere decir todo esto.
Él me decía que había herramientas en la iglesia, hombres que eran como el abrelatas de oro. Ostentosos, suntuosos dignos de sí, de estimación propia para resaltarse sobre los demás, pero que no estaban alimentando a la iglesia, y si lo hacían, su comida, su palabra no era fresca sino guardada, conservada y no perfecta.
Que había herramientas del Señor en la iglesia como el cuchillo de plata. Vanidosas y porfiadas que creen que están obrando para el Señor a su propia manera; y el Señor no les da Palabra debido a su obstinación. Su intransigencia hace que sus obras no den frutos o se estanquen. Viven a su propia conveniencia pensando que están obedeciendo la Palabra. Por eso las manos de los siervos del Señor no tomarán su predica porque son herramientas que se jactan de sí mismos por la Obra de Dios.
El abrelatas de oro y el cuchillo de plata son herramientas comunes.
También me decía el Señor que había herramientas como la cuchara de madera, como la vasija de barro. Que con sus manos de alfarero, con sus manos de carpintero las había tallado para dieran de comer a los demás. Herramientas del Dios de Israel sencillas, útiles y honrosas para la Obra verdadera de Cristo. Herramientas que debes elegir, para que te instruyan, para que te doctrinen y te alimenten.
Que no se eche a perder esa vasija de barro, que no se maltrate esa cuchara de madera, porque como el barro en manos del alfarero, como la madera en manos del carpintero, así vosotros en mis manos estáis casa de Israel.
Estimado amigo; debemos discernir muy bien de quien recibimos el alimento de Dios. De quien absorbemos esa Palabra de arrepentimiento, de Salvación, de buenas nuevas. Que el Espíritu Santo glorifique a Jesús, Padre Nuestro, Dios de Salvación.