El reposo es necesario en nuestras vidas.
Después de tus tareas y labores diarias, apaciguar un poco tus sentidos es
ineludible. El descanso se nos convierte en habito; por lo general según como
actuemos, según como caminemos, según como obremos, inevitablemente estamos
obligados a traer alivio a nuestro cuerpo, a recuperar fuerzas.
Hay algo que nos quita el sueño y nos impide
dormir; Las preocupaciones en el hogar, en nuestro trabajo, situaciones diarias
con nuestros vecinos o amigos, diferentes disposiciones, factores o
circunstancias nos imposibilitan dormir.
Muy de madrugada, en las mañanas, reflexionamos
infinidad de cosas y nos ponemos a especular con nuestros pensamientos.
Pensamos de muchas maneras y nos olvidamos de algo muy Grande y Fuerte que nos
trae Paz y Gozo a Nuestras vidas.
En esas situaciones, en esos estados es
indispensable que te entregues a la presencia del Espíritu Santo, para que
puedas por medio de Nuestro Señor Jesucristo, buscar esa Paz que Dios nos da.
Aprendí a manejar ese tiempo en el cual, no
podía dormir y las preocupaciones marcaban una pauta en mi mente para estar
despierto y afanarme por muchas cosas.
Aprendí a orar, a no estar angustiado, a
mostrarle al Señor mis peticiones con ruego y acción de gracias, a regocijarme
en El, a tomar en cuenta todo lo que es verdadero, todo lo justo, todo lo puro,
todo lo amable, todo lo que es de buen nombre y si es Digno de Alabanza, en eso
pienso. Todo lo que aprendo, recibo, escucho y veo en la Palabra de Dios, eso
hago….para que el Dios de Paz esté por siempre conmigo.
Esta noche, eleva una oración. Lee un Salmo,
alaba, canta, adora al Señor. Hazlo, recuerda, tu Señor, el Dios te Israel es
tu fuerza, tu fe y es tu reposo.
Dios te bendiga.