domingo, 11 de noviembre de 2007

La Unidad del Espíritu


Y por Cristo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien mediante la unión entre sí de todas sus partes; y cuando cada parte funciona bien, todo va creciendo y edificándose en amor”.

Tengo muchos amigos de varias denominaciones, de varias iglesias (aunque la Iglesia es Una, es Jesucristo Nuestro Señor) y siempre con toda humildad y mansedumbre los escucho, con la paciencia en el amor de Cristo, guardando el vínculo de la Paz entre nosotros, un mismo Señor, Un mismo Espíritu, Una misma Fe, una misma Esperanza.

Carismáticos, Católicos, de la Asamblea de Dios, Alfa y Omega, Adventistas, Mormones, Cuadrangulares, Pentecostales, del Movimiento Misionero Mundial y hasta Judíos. Hoy quiero servirle al Señor como es digno de la vocación a la cual fui llamado. No puedo negar el pan, no puedo negar el techo o el sustento a quienes han dado su sacrificio a nuestro Señor Jesucristo. Un versículo de la Biblia dice:

Entonces los fariseos, cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se reunieron. Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo:
—Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?
Jesús le dijo:
—“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.


A veces caemos en el error de la provocación; generando contiendas entre hermanos, no agradándonos a nosotros mismos, mucho menos agradando al Señor. Sé que tenemos un mismo sentir según Cristo Jesús, y es que unánimes estamos aquí para EDIFICAR la iglesia de Jesús.

Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Cristo para esto murió, resucitó y volvió a vivir para ser Señor así de los muertos como de los que viven.
Tú, pues ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano?, porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, pues escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios
.

El Mensaje final para todos mis estimados hermanos en Cristo es sencillo. El centro de Todo, es el Único Espíritu (Santo), el Único Señor (Jesucristo), y el Único Dios Padre.
Cristo les ama.

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