viernes, 10 de octubre de 2008

CÓMO LLEVAS LA PALABRA

PABLO EN ATENAS (Hechos 17:16-34)

Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. 17Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. 18Algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos discutían con él. Unos decían:

—¿Qué querrá decir este palabrero?

Y otros:

—Parece que es predicador de nuevos dioses.

Esto decían porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. 19Lo tomaron y lo trajeron al Areópago, diciendo:

—¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?, 20pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. 21(Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oir algo nuevo.)

22Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo:

—Atenienses, en todo observo que sois muy religiosos, 23porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: “Al dios no conocido”. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerlo, es a quien yo os anuncio.

24»El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas 25ni es honrado por manos de hombres, como si necesitara de algo, pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas.

26»De una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de su habitación, 27para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarlo, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros, 28porque en él vivimos, nos movemos y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: “Porque linaje suyo somos”. 29Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 30Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos.

32Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban y otros decían: «Ya te oiremos acerca de esto otra vez».

33Entonces Pablo salió de en medio de ellos. 34Pero algunos de los que se le habían juntado, creyeron; entre ellos, Dionisio el areopagita y una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

A veces no conocemos el significado de la palabra Evangelizar. Llevamos el fonema, más no el sentido de su Palabra. Llevamos nuestro deseo más no el Deseo del Espíritu Santo llenándonos, para Glorificar a Jesucristo. Lo hacemos a nuestra manera… como le sucedió a Pablo. Quise resaltar ésta cita para que la leyeras con mucha precaución. Con detalles. Puedes sacar innumerables enseñanzas. Muchos métodos e instrucciones. En breve puedo decirte poquitas cosas.

Esta palabra nos advierte que debemos Evangelizar a la manera de nuestro Señor Jesucristo. No con el espíritu (nuestro espíritu) avivado, congestionado, dispuesto para una pugna o contienda, mostrándonos irónicos. Más debes llevar primeramente el dominio propio, fruto del Espíritu Santo en ti. Cuando te enfrentas a estudiosos, en éste caso los estoicos y epicúreos, principales filósofos de esa época, personas estudiosas, debes estar sin turbación física o moral, lleno del Espíritu Santo. Es por ello que cuando oyeron lo de la resurrección, se burlaban y se marchaban.

Pero te tengo buenas noticias. Algunos de los que se habían juntado allí creyeron. Míralo en el versículo 33.

Que precioso es hablar de Jesucristo. De nuestro Dios. Del Dios de Israel. Qué ganas con juzgar a los demás, cuando tienes a un Dios Poderoso, que Todo lo puede, que ha sido, que es, y que será.

En el Nombre de Jesús. Amén y Amén.

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