miércoles, 24 de septiembre de 2008

TU VIEJA VIDA Y TU NUEVA VIDA.


Sin duda alguna, cuando sientes el llamado de Dios en tu vida y le sirves a Él, toda tu vieja vida es excluida y alejada para desaparecer y así encaminarte a tu recién nueva Persona en Cristo Jesús.

De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas. 2 de Corintios 5:16-17.

Muchos de nosotros vivíamos apasionados por las cosas del mundo. Los deleites, el agasajo, las diversiones materiales, formábamos parte de esa sociedad que nos tranquilizaba nuestras emociones en espacios de tiempos cortos, para luego continuar buscando esa felicidad, esa complacencia que queríamos llenar a diario o por momentos. Cuando llenas tu alma, tu cuerpo y tu espíritu con Nuestro Señor Jesucristo, tendrás toda la plenitud, el momento culminante para que lleves la Mejor Vida con Él. Nueva criatura del Dios de Israel eres.

Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de placeres y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, odiados y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor para con la humanidad, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo, nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, llegáramos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. (Tito 3:3-7).

Es triste ver que muchos hombres de Dios no hayan cimentado sus vidas en Cristo Jesús; por eso se vuelven vulnerables a las cosas del mundo. No conocen divinamente a Dios, ni entienden su perfecta Voluntad. Las cosas del mundo son para el mundo, las cosas del Señor son para El Señor.

Despójate de ese pasado, de las cosas que sucedieron, por las que has transitado. Dale todo tu corazón a Nuestro Señor Jesucristo. Te aseguro que vale la pena Vivir para Cristo.

Dios te continúe Bendiciendo.

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