Sin duda alguna, cuando
te miras al espejo ves algo muy bello, realmente bonito; muchos sonreirán, o
tratarán de interponer un elemento de duda en su semblante; por lo menos eso
dice mi esposa cuando me levanto sin haberme afeitado el día anterior.
Pero aquí lo importante
es, que cuando te miras al espejo, ves una hermosa criatura de Dios, hecha para
un propósito aquí en el planeta.
Ese propósito está acompañado de algo que se llama Gracia; es algo que no vemos, pero que sentimos; alguna vez te han dicho:
- que agradable es hablar contigo-
- no entiendo porque debo decirle estas cosas a usted -
- usted me da una seguridad en manifestarte estas cosas -
He visto personas llorar, buscan un consuelo; ellas te lloran, te cuentan todo lo que les pasa, ......te diré, esa es la Gracia de Dios en ti. Todo lo que confrontas es por la Gracia inmerecida de Dios;
La palabra “gracia” cariV (járis) fue muy conocida en la antigüedad, y se la
utilizaba, por un lado, para hablar de “la amabilidad, el encanto, el atractivo
y la estética”, y por el otro, se empleaba para referirse al beneficio, la
bondad, el carácter y sobre todo la oposición a la paga. Algunos creían que la
gracia era una fuerza misteriosa que operaba en algunas personas. En el Nuevo
Testamento es la manifestación especial de la presencia de Dios y de su poder.
La gracia es el favor, una expresión de la bondad de Dios, es su regalo y su
bendición. La gracia es un don concedido
por Dios que no merecemos. Un don que
viene de Dios y es parte de El. Por eso no se la puede separar del dador. La
gracia significa que Dios obra. Por eso
Pablo, al hablar aquí de la gracia dice que fue dada “en Cristo Jesús”
En muchas personas Dios
ha puesto su “gracia”. La palabra
“gracia” viene del griego (járis); el equivalente a “jaris” en el hebreo es el sustantivo “hen”
que enuncia la idea de “favor o benevolencia”. En la antigüedad hablar de la
gracia era hablar de cortesía, encanto etc; por otro lado se empleaba para
describirse a algo bondadoso, algo que tenía un carácter compasivo. Algunos
creían y aun creen que la gracia es una fuerza recóndita; pero no.
Permíteme decirte que la gracia la podríamos definir como la presencia
especial de Dios en ti. Es la intervención que Dios tiene en ti, cuando estas
oprimido; es el favor inmerecido que Dios pone en ti. Por medio de ella es que
Dios obra; es por eso que Pablo dice que su gracia fue dada en Cristo Jesús.
La gracia puede ser lo
más agradable que tenga el débil. Es lo que lo hace grato. Por ejemplo, a Jacob
ante Esaú, a José ante el faraón, a Rut ante Booz, y otros ejemplos más.
La palabra dice que Dios
mostró su favor para con su pueblo Israel. A pesar de ser un pueblo terco y
desobediente, la misericordia de Dios siempre estuvo presente.
Por medio de la Gracia
es que tú sales adelante; no con tus propias fuerzas, sino por medio del Amor
de Dios.
En Lucas 2:40
encontramos una de las descripciones perfectas de Jesús: El niño crecía y se
fortalecía, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios era sobre él.
Dios nos muestra que nos
orienta por medio de Su gracia divina. Nos sitúa hacia los oprimidos, a los
pecadores, para ayudarles, para que se arrepientan y conozcan de Su palabra.
No es tu actitud amorosa, no
es tu obrar generoso; es la Gracia de Dios en ti. Es la que nos fortalece de manera sobrenatural. Mira tu rostro a un espejo,
por muy risible que sea, en el lugar donde te encuentres, en la situación por
la que estés pasando, Dios está en ti y saldrás adelante.
Ni el conocimiento o belleza
terrenal, podrán estar por encima de ese favor inmerecido que recibimos de
Dios, Su gracia; Su gracia, la que nos alienta, nos hace seguir adelante, nos
da la sabiduría de lo alto, la que abre puertas, rompe cadenas y excede todo amor.
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